martes, 28 de agosto de 2007

La calma en el precipicio

Fue mal juzgado
y lo dieron inocente.
Ahora se pasea
por las calles de la ciudad
con la elegancia
de un atormentado.
Seguro que nadie sabe
que a él
le gustaría ser bueno.
Arrastra una guitarra
y algunas ojeras.
Lleva varios años
sobreviviendo
con ella.
No durarán mucho más.

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