Desde
la ingravidez
de
este cielo anestesiado.
Desde
la ingravidez
de un
mundo
que
ya ha claudicado.
Desde
la ingravidez
de
nuestro último adiós.
Desde
la insensatez
de no
querer olvidarte otra vez.
Parece
innecesaria
esta
necesidad
que
necesito
como
los mares
la
ingravidez
del
infinito.
Te
quiero como un gato ama la infidelidad.
Te
quiero como un peso pluma sin posibilidad.
La
ingravidez de nuestro amor a veces pesa.
La
pequeñez del corazón de las promesas...
Este
desesperar.
Este
saber que no hay remedio.
Este
deambular por la vida.
Este
intermedio.
Este
atisbo de vejez
del
presente al sonreír.
Esta
desnuda ingravidez
que
me trae tu nombre otra vez.
Te
quiero de esta forma tan rara de querer.
Te
quiero por tus ojos que siempre me obligan a volver.
No
pediré ya nada
que
pueda conseguir.
Tan
sólo el asombro
distraído
de vivir.
La
ingravidez de nuestro amor a veces pesa.
Y
esta embriaguez de eternidad sobre la mesa...
Diego Vasallo