martes, 28 de diciembre de 2010

Asco a las ocho

Masco rúcula
pensando que es tabaco.
Un desorden de ideas me atenaza
mientras escucho
vulgares historias de fantasmas
que no me llego a creer del todo.
Llegó la hora
intento parecer duro
pero me muerdo las uñas
y resoplo de agonía
mientras me cubro
y al final enciendo un cigarro
tras la estantería.
“Ojalá no estuviera aquí”
me repito.
Sólo ha pasado un minuto.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Proyecto de un beso

Te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
te mataré mañana poco antes del alba
cuando estés en el lecho, perdida entre los sueños
y será como cópula o semen en los labios
como beso o abrazo, o como acción de gracias
te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra
y en el pico me traiga la orden de tu muerte
que será como beso o como acción de gracias
o como una oración porque el día no salga
te mataré mañana cuando la luna salga
y ladre el tercer perro en la hora novena
en el décimo árbol sin hojas ya ni savia
que nadie sabe ya por qué está en pie en la tierra
te mataré mañana cuando caiga la hoja
decimotercera al suelo de miseria
y serás tú una hoja o algún tordo pálido
que vuelve en el secreto remoto de la tarde
te mataré mañana, y pedirás perdón
por esa carne obscena, por ese sexo oscuro
que va a tener por falo el brillo de este hierro
que va a tener por beso el sepulcro, el olvido
te mataré mañana cuando la luna salga
y verás cómo eres de bella cuando muerta
toda llena de flores, y los brazos cruzados
y los labios cerrados como cuando rezabas
o cuando me implorabas otra vez la palabra
te mataré mañana cuando la luna salga,
y así desde aquel cielo que dicen las leyendas
pedirás ya mañana por mí y mi salvación
te mataré mañana cuando la luna salga
cuando veas a un ángel armado de una daga
desnudo y en silencio frente a tu cama pálida
te mataré mañana y verás que eyaculas
cuando pase aquel frío por entre tus dos piernas
te mataré mañana cuando la luna salga
te mataré mañana y amaré tu fantasma
y correré a tu tumba las noches en que ardan
de nuevo en ese falo tembloroso que tengo
los ensueños del sexo, los misterios del semen
y será así tu lápida para mí el primer lecho
para soñar con dioses, y árboles, y madres
para jugar también con los dados de noche
te mataré mañana cuando la luna salga
y el primer somormujo me diga su palabra.



Leopoldo María Panero

jueves, 18 de noviembre de 2010

La última plaga (Antes de ti)

Tantas verdades
ya empezaban a sonar peor que las mentiras.

Y las elipsis
Y los silencios
Dejaron de parecer sinceros
para sonar groseros
entre tanta nada
en medio de nosotros.

¿Has besado alguna vez a un muerto?
Yo sí.
Fue en la última plaga
(Antes de ti)

Cuando parecía que resurgía de mis cenizas
como Cracovia renaciendo cual ave fénix.

Y yo ya no sé
ni cuanto bien
ni cuanto mal
nos hicimos
pero a día de hoy
la diferencia entre bastante y suficiente
no me importa demasiado.

¿Sueles mentir?
No es necesario que digas la verdad.
Un malentendido me bastó
para entenderlo todo.

¿Y has besado alguna vez los labios de un muerto?
Yo sí.
Fue en la última plaga.
(Antes de ti)

Poco antes de conocerte, tan cerca,
a punto de morderle pero sin apenas llegarle a rozar.



Tanta indiferencia
empezó a dejar de tener gracia.

Y los reproches
Y las excusas
Empezaron a aflorar
para sonar patéticos
entre tanta mierda
en medio de los dos.

Y de las veces que te tragaba la tierra
y las tantas que me llevaban los demonios.

¿Has besado alguna vez a un muerto?
Yo sí.
Fue en la última plaga.
(Antes de ti)

¿Nunca has sentido haber metido los morros donde no debías?
Me quedé como una estatua.
La de un general alemán mandando retirar las tropas.
Después de haberle lanzado medio jardín zen a la cara.
(Ella no movió ni un labio)

Sí, ya sé
que no te calé muy hondo
pero tampoco ahondé demasiado.

Sin embargo tú
tuviste algún buen detalle conmigo
(entre muchos malos)

Nos quisimos querer tan poco
que al final no nos cogimos ni “cariño”
(“Entre comillas dolerá menos” pensé)

Desde que ya no me odias...

Tal vez con el tiempo.
Tal vez.


¿Has besado alguna vez los labios de un muerto?
Dicen que es como una despedida.
Pero tarde.

martes, 26 de octubre de 2010

Game Off

Se propuso darle muerte esa misma noche
resuelto ya el misterio
pero con un montón de dudas
buscó unas monedas en el bolsillo derecho
se contuvo a la primera
pero la segunda
no fue la definitiva.

Alguien reía detrás:
“Habrá más oportunidades”

El estruendo de la tragaperras
concediendo el gran premio
le sobresaltó
cayéndosele las monedas
al suelo.

Intentaba burlar al destino
mientras el destino se burlaba de él.

No estaba en su papel.
Nunca lo estuvo del todo.

Una vez más
no hubo rival a su cobardía.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cansancio

Y de los replanteos
y recontradicciones
y reconsentimientos sin o con sentimiento cansado
y de los repropósitos
y de los reademanes y rediálogos idénticamente bostezables
y del revés y del derecho
y de las vueltas y revueltas y las marañas y recámaras y remembranzas y remembranas de pegajosísimos labios
y de lo insípido y lo sípido de lo remucho y lo repoco y lo remenos
recansado de los recodos y repliegues y recovecos y refrotes de lo remanoseado y relamido hasta en sus más recónditos reductos
repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje
y treta terca en tetas
y recomienzo erecto
y reconcubitedio
y reconcubicórneo sin remedio
y tara vana en ansia de alta resonancia
y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario
y poro loco
y parco espasmo enano
y monstruo torvo sorbo del malogro y de lo pornodrástico
cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos
de tanto error errante
y queja quena
y desatino tísico
y ufano urbano bípedo hidefalo
escombro caminante
por vicio y sino y tipo y líbido y oficio
recansadísimo
de tanta tanta estanca remetáfora de la náusea
y de la revirgísima inocencia
y de los instintitos perversitos
y de las ideítas reputitas
y de las ideonas reputonas
y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias
desde qué mares padres
y lunares mareas de resonancias huecas
y madres playas cálidas de hastío de alas calmas
sempiternísimamente archicansado
en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo tibio
remeditativo o remetafísico y reartístico típico
y de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua
y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones y recópulas
y sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras
simplemente cansado del cansancio
del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento
y al silencio



Oliverio Girondo

viernes, 20 de agosto de 2010

La línea

Si merece la pena
es que la verdad
no es otra
que el dolor.

Y volvimos a encontrarnos
en el mismo sitio
en el que una vez
nos despedimos.

Y trazando la circunferencia
se perdió una recta por el limbo
y tomando algún desvío inoportuno
nos perdimos otra vez sin acabar
de dibujarnos.

Y ninguna persona vivirá para contarlo.
Y nadie podrá decir jamás que lo supo.

Y dando vueltas y vueltas
me encontré a mí mismo
en el mismo lugar
en el que me dejé.

Y volví a desearte
con la misma fuerza
que una vez
quise olvidarte.

Y retando a la aritmética
se descolgó una tangente del tiempo
donde todo tiende a infinito
hasta el origen de la línea.
Y me perdí para encontrarte
para acabar difuminado.

Y ninguna persona vivirá para contarlo.
Y nadie podrá decir jamás que lo supo.

Si merece la pena
es que la verdad
no es otra
que el dolor
cuando te siento.

viernes, 23 de julio de 2010

Presente

Como un asesino en serie
maté los minutos
y las horas.
Brindé con los gatos
por las calles
y condecoré al momento
como el más válido
de los instantes.
Jugué a tropezar
pero no caí nunca.
Conocí a la muerte ebrio
y la invité a un trago,
pasé por demonios dulces
crucé el atlántico
de los ojos de varias mujeres
recibí cartas
me corté al sacarlas,
las manché de sangre,
las lancé a la cara de alguien.
Consumí tres generaciones
de almohadas
en pocas noches
y demasiadas siestas.
Reinventé el hastío,
convertí pecados
en elegantes veranos
leyendo en la cama.
Disfracé fracasos
con poses de plástico.
Me creí muy oscuro
y atormentado
pero no llegué a más
que un gris apático.
Tembló el futuro.
Negué los hechos.
Mentí hasta a los muertos.
Demasiado tarde
para llorar.
A la vuelta de la vida
el tiempo no me esperó
más que un segundo.


El que me quedó
para echar un trago.
El que me debía la muerte.
Con el que brindé por mi vida
aunque fuera ignorada
en “el momento.”
El último.






Barreré toda la ciudad
hasta las esquinas más olvidadas
con la alargada sombra
de mi recuerdo.

martes, 19 de enero de 2010

El picudo rojo

Al borde de nada,
a punto de todo
el picudo rojo
muerde el verde..
Son los días de las canículas,
ha llegado
el tiempo de perros,
el ciervo enfermo
y las ganas rojas.
Ya es tarde para todo
y todo es por la tarde
demasiado pronto.
Se frota, nos mancha,
se nutre, se engarza.
Palmeras crujidas
que al cielo se alzan
como estrellas
crucificadas
en brotes de lava.
Y el viento
rompe en ladridos.
Y el calor nos tapa.
La carne es urdimbre
de pieles rajadas,
muerde el grito
y pica el grumo.
Los dátiles sangran.
Muerde el picudo,
muerde
hasta dejar el hueso limpio
y la espina blanca
y un río se deja oír
burbujeante
mientras el ciervo cae
junto a la noche
caliente.

lunes, 11 de enero de 2010

Dimisión

Dimito
de mi vida
de su cargo
y de su lado
menos malo.
Disiento de mí mismo
y lo siento
y me marcho
sin tenerlo nada claro
deseando
conseguir una demora
por las próximas
dos horas.
Aterrado.

Dimito
merendándome
las migas
moradoras
de la suerte
esperando
que la vida
pueda alzarse
ante la muerte
en las próximas
dos horas.
Condenado.

Dimito
de mi vida
de su total fracaso
y de las veces
que a veces
fueran menos fiasco.
Del amarillo
y del seis
de la esencia
de las cosas
del uno, de junio
y de las próximas
dos horas.
Sentenciado.

Dimito
del delito
de no quererme vivo.
Pongo mi cargo
a disposición
de una bala
y que esta atraviese
todas las migrañas
que me esparcen
el terror
en este trance
y no me dejan firmar
la baja voluntaria
salpicada en un papel.
Irrevocable.