martes, 22 de octubre de 2019

Ruleta rusa

Nunca debí haber ido. 
Me lo jugué a la parada 
del primer metro que llegara, 
lanzando la apuesta al aire 
(por un amor, una bala) 
y así comenzó el desastre. 
  
¡Justo el 5! 
¡Justo el 5! 
¡Vaya instinto! 
¡Vaya instante! 
  
Dispuesto a cumplir mi parte, 
salí de la boca del metro 
para entrar en la del lobo. 
  
Una secuencia de cine 
hiperrealista, soberbia 
con un reparto terrible. 
Nunca debí haber jugado. 
Estaba triste, enfermo y borracho. 
Una escena costumbrista 
que a mitad de interpretarla 
ya deseas repetirla, 
que te mueres por que alguien 
grite “¡Corten!” de repente 
pero entonces notas algo 
en la palma de tu mano, 
son sus dedos  
recorriendo tu destino, 
acariciando el infarto; 
te da el cambio, fría, inmune, 
con un adiós de epitafio. 
Dos monedas de 20, 
es la vida  
(aunque ella venda muerte) 
y te vas arrebatado.