martes, 31 de diciembre de 2013

jueves, 26 de diciembre de 2013

Neuroma de Mordor

El mundo se vio obligado a destruirme
y mis manos se lanzaron hacia el fuego.
Una extraña fuerza me arrastró hacia dentro.
Un crepitar de verrugas en mis dedos.
Un elefante de cartón-piedra a punto de arder.
El dragón amarillo masticando mi ingle izquierda.
Crematorios vacíos a las afueras de la ciudad
esperando domingueros inexpertos.
Un frío dejado de la mano de Dios
llegando a la zona perineal del infierno.
Disney apto para consumir debido a un corte de luz.
Una lesión en la porción timpática floreciendo
del esternocleidomastoideo.
Paul Celan comprando la Cabalgata de las Valkirias
en una tienda de comida china.
Médula de oso como dieta incendiaria
para una tendinitis provocada por Helena de Troya.
La chica que creyó que iba a ser violada
denunciándome por falta de ganas.
Una banda de antipsicóticos atracándome
a punta de cordura, atravesándome el metatarso.
Caravanas de enomaníacos manifestándose en mis hombros
contra la ingesta de antiinflamatorios.
La comunidad hindú uniéndose a ellos
en “La marcha del azúcar.”
No puedo avanzar.
Hay hombres armados dentro de mi cabeza
y disparan a mis pies.
Un gatito me acompaña en la travesía del puente de madera
cruzándose en mi camino,
pegándose a mis zapatos.
Consigo deshacerme de él al llegar a un parque.
“Los niños llorones” me odian.
Sólo me quedan los ojos.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Oda

Este día que nos deja.
Un insulto a la vida.
Una oda a la tristeza.
Esta dormida esperanza
que se despierta por nada.
Estas ganas de estar vivo
sin querer salir de casa.
Esta insaciable pereza
que no perece ni harta.
Esta semana pasada
que pasó de madrugada.
Este renacer tardío.
Esta soledad soleada
que se enciende y se apaga
con el interruptor de la lámpara.
Una taza, una cuchara.
Una botella de agua.
Este desorden sombrío.
Esta voraz desgana.
Este querer decirlo
sin soltar ni una palabra.
Este continuo absentismo.
Esta página que pasa.
Este libro que no acaba.
Este leve escalofrío
que se pierde entre la lana
y la lana en una sombra
sobre una montaña de ropa
en la pared, un abismo.