jueves, 30 de abril de 2020

Arcadia en flor

Trizas de un corazón. 
Pavesas al viento. 
Diminuto fragmento 
de una vieja emoción. 
Cosas que no lo son, 
hojas secas finales,
cayendo en lentas espirales. 
Pompas de jabón.  

Y ni siquiera sientes pena. 
Sino la pena de no sentir dolor. 
Y sin embargo , 
debe estar la Arcadia en flor. 
Debe estar la Arcadia en flor. 
Tras de las puertas de bronce del tiempo 
debe estar la Arcadia en Flor... 
Pero dónde.  

Cenizas al mar. 
Espuma del agua. 
Formas de olvido 
que fragua en cada quien el azar. 
Insensible pasar 
del tiempo en las cosas. 
Palabras borrosas 
que te hicieron llorar.  

Y ni siquiera sientes pena. 
Sino la pena de no sentir dolor. 
Y sin embargo, 
debe estar la Arcadia en flor. 
Debe estar la Arcadia en flor. 
Tras de las puertas de bronce del tiempo 
debe estar la Arcadia en Flor. 

Pero dónde para el cerezo en su esplendor. 
Dónde para el áureo pastor. 
Dónde para los rojos frutos del estío. 
Dónde para tu risa, amor mío. 
Dónde para el tigre que duerme junto a su presa.
Dónde para el mirlo que regresa. 
Dónde para el manantial de tus bellas horas.
Dónde para las palabras que rememoras. 
Dónde para la novia que en los verdes prados 
girando aún está con los ojos vendados. 
Dónde para la rosa, dónde para el espino. 
Dónde para el dulzor de las fuentes de vino. 
Dónde para el albedrío de toda criatura. 
Dónde para la inocencia desnuda. 



Rafael Berrio









lunes, 20 de abril de 2020

Agridulce

Aún escucho tu voz 
en mi cabeza, 
donde una guitarra 
lanzada al mar, contra las rocas 
vibra y duerme desterrada 
en un punteo de cangrejos 
que van y vienen 
cruzando el mástil y las cuerdas 
y todo pasa 
y todo es lento 
en la danza dulce de las aguas, 
las olas entran 
salvajes suenan 
en la caja de resonancia 
y salen muertas por las grietas 
y aún escucho tu voz 
en mi cabeza. 
  
Puta indómita, 
lárgate de mi casa.