Anoche
dejé abierta la ventana, y
la luz de la lámpara colgante atrajo a
decenas, y decenas, de mariposas negras.
Esta
mañana he tenido que recoger sus
restos de las losas del suelo; luego, los
he arrojado por la ventana, y
entonces, por un momento, me pareció que
las polillas volvían a la vida, que
empezaban, otra vez, a volar…
Antes de que me
echaran a patadas yo pensaba. Al final de la
infinita barra oscura. Tan patético como
fantasma.
Antes de explotar el
vaso entre las manos. Manazas de un
espíritu vulgar que se desangra. Yo tenía las cosas
claras:
Sé muy bien lo
que puedo hacer y lo que no. Casi todo es que
no. Y sin embargo hay una ligera
posibilidad de que esta noche
ella duerma en mi cama.
Antes de la nube y
los cristales, yo soñaba con su cuerpo
descendiendo hasta mi cama. Adentrándose en las
sábanas despacio. Tan patético como
fantasma. Como el espectro
idiota de un policía a caballo
en los márgenes del cielo de la inopia, yo soñaba...
Con sus
ojos en mis ojos
y sus manos en su
espalda.
No pasa nada. Hace tiempo que ya
todo dejó de pasar. Será una pequeña
cuesta abajo.
Ningún
gran escritor fue
a un taller de escritura. ¿Acaso
queda alguien que aún no sepa que
en los talleres trucan la avería?
Esta
metáfora está mal colocada, el
guión entorpece a las comillas y
la rima asonante en la que acabas suelta
humo en la vocal al arrastrarse. Yo
te lo corrijo pero esto es un desastre. ¿Cuando
dices “yo te amo” no
suena demasiado claro?
Ningún
gran escritor fue
a un taller de escritura. No
vayáis. Es
una estafa. Hay
sectas donde escriben más bonito. Y
sobre todo, si
pensáis ligar allí llevaos
el bocadillo