La Señorita Asperger se cuela en mis
sueños.
Me espera para comer, en una terraza,
sentada.
Hago que no la veo, paso de largo. He muerto.
Ante mi evasiva: De ella, ni una mueca.
Lo pienso mejor y vuelvo. A contraluz. Revivo.
Su imagen, un negativo, en mis ojos.
Invierto la realidad para nosotros: Un
sueño.
Hasta aquí ¿qué error nos ha traído?
El día es espléndido. Hablamos poco.
Una zarzuela en las calles, irrumpe y
la luz...
Bajo el sol no somos nulos. Lo sentimos.
A morir aquí me quedaría, sin
pensarlo. Pero pienso:
Para cuando anochezca, ya habré
regresado
a Anhedonia. Horriblemente solo.