martes, 19 de enero de 2010

El picudo rojo

Al borde de nada,
a punto de todo
el picudo rojo
muerde el verde..
Son los días de las canículas,
ha llegado
el tiempo de perros,
el ciervo enfermo
y las ganas rojas.
Ya es tarde para todo
y todo es por la tarde
demasiado pronto.
Se frota, nos mancha,
se nutre, se engarza.
Palmeras crujidas
que al cielo se alzan
como estrellas
crucificadas
en brotes de lava.
Y el viento
rompe en ladridos.
Y el calor nos tapa.
La carne es urdimbre
de pieles rajadas,
muerde el grito
y pica el grumo.
Los dátiles sangran.
Muerde el picudo,
muerde
hasta dejar el hueso limpio
y la espina blanca
y un río se deja oír
burbujeante
mientras el ciervo cae
junto a la noche
caliente.

lunes, 11 de enero de 2010

Dimisión

Dimito
de mi vida
de su cargo
y de su lado
menos malo.
Disiento de mí mismo
y lo siento
y me marcho
sin tenerlo nada claro
deseando
conseguir una demora
por las próximas
dos horas.
Aterrado.

Dimito
merendándome
las migas
moradoras
de la suerte
esperando
que la vida
pueda alzarse
ante la muerte
en las próximas
dos horas.
Condenado.

Dimito
de mi vida
de su total fracaso
y de las veces
que a veces
fueran menos fiasco.
Del amarillo
y del seis
de la esencia
de las cosas
del uno, de junio
y de las próximas
dos horas.
Sentenciado.

Dimito
del delito
de no quererme vivo.
Pongo mi cargo
a disposición
de una bala
y que esta atraviese
todas las migrañas
que me esparcen
el terror
en este trance
y no me dejan firmar
la baja voluntaria
salpicada en un papel.
Irrevocable.