lunes, 20 de abril de 2020

Agridulce

Aún escucho tu voz 
en mi cabeza, 
donde una guitarra 
lanzada al mar, contra las rocas 
vibra y duerme desterrada 
en un punteo de cangrejos 
que van y vienen 
cruzando el mástil y las cuerdas 
y todo pasa 
y todo es lento 
en la danza dulce de las aguas, 
las olas entran 
salvajes suenan 
en la caja de resonancia 
y salen muertas por las grietas 
y aún escucho tu voz 
en mi cabeza. 
  
Puta indómita, 
lárgate de mi casa. 







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