Me vas a perdonar
pero no es el mejor momento.
Hace frío y todas mis ganas
se han criogenizado
esperando a que alguien las merezca
y pague el rescate
para disfrutarlas al máximo
en un futuro sin peros
a la temperatura adecuada.
Aquí, el estafador perfecto.
Me vas a perdonar
pero me ha dado por leer a Maupassant
y a ratos estudio la Cábala
cuando no hago algoritmos
los domingos
sobre la alineación del Barça.
Acabo “Bola de sebo”
y te digo si nos vemos,
aunque por mí mejor otro día
que hoy sopla demasiado viento.
Me vas a perdonar
pero estoy jugando al ajedrez de nuevo.
Voy a un bar de jubilados
una vez por semana
y huelo mejor que el resto.
Los que no se mean encima
se cagan en su puta madre.
¡Es un destierro salvaje!
Bueno, sólo he ido un día
pero mañana cae.
Me vas a perdonar
pero tengo a la gata en celo,
la estoy llevando al psiquiatra,
no es normal, está operada,
mañana toca terapia.
Ah ¡Y me he comprado una plancha!
¡Kilos y kilos de ropa
por planchar hasta que muera!
Mientras me escucho un podcast
o alguna radionovela.
Así que me vas a perdonar ¿Vale?
Tengo que bajar a hacer la compra
antes de acabar la estrofa.
El tiempo es algo muy valioso.
Tú tuviste el tuyo, tu momento,
y fue especial, no lo neguemos.
Ahora mi cabeza está en otras historias.
Bastante carga uno con su sombra.
No puedo estar pensando en ti a cada rato...
¡Qué demonios!
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