miércoles, 27 de junio de 2012

Bivolaru

La Esperanza era una bruja
y la Fe era una furcia.
Cuando la Esperanza
perdió sus poderes
la Fe bajó a la ciudad
en busca de carne y bienes.
Una vez llegó a Brasov
la violaron hasta robarle
sus métodos y perfeccionarlos.
Alguien que la conoció bien
se dio un festín de sangre
y de huesos.

En una granja, a las afueras
nada era tan malo
como muchos querían
que fuera:
Las mujeres recolectaban hojas
con forma de corazón.
Los hombres se rasuraban
hasta las venas.
Caída la noche
todos bebían palinka
y escuchaban a Trent D'arby.
Hacían el amor las veces
que no hacían el porno-yoga.
Fumaban hierba
y comían pasteles de corzo.

Una de las veces
mandó decapitar a los niños
y en el cuello amputado
enroscó ceniceros
y las cabezas rodaron
hasta la chimenea.
Y las llamas reprodujeron
en las paredes
las sombras del descalabro.
Platón se frotaba el infierno
en su retina
rindiéndose a Bivolaru.
Se fumó sus vidas
y se tragó el humo de sus almas.

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