y la luz de la lámpara colgante atrajo
a decenas, y decenas, de mariposas negras.
sus restos de las losas del suelo; luego,
los he arrojado por la ventana,
y entonces, por un momento, me pareció
que las polillas volvían a la vida,
que empezaban, otra vez, a volar…
Pero no.
David González
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