jueves, 23 de enero de 2020

No hay nada que celebrar

Cielos que fingen estrellas, 
sueños que suenan a un chaparrón. 
Besos que saben a arena, 
palabras que mueren en un ascensor. 
Y la inercia que se instala 
y no pregunta si puede, 
como un gato en tu guarida 
que te conquista por siempre 
y te roba el corazón. 
Una indolencia que duele 
como una llamada 
que dejas que suene 
sin una razón. 
Cartas antiguas que tienen 
mucha más vida 
que toda la red de contactos de hoy. 
Frases sin alma
que siempre repiten que hay solución. 
Cada día es diferente, 
eso dicen, cada día, sale el sol. 
Esperanza cada ocho horas, 
cada 24, decepción. 
  
¿Que la vida iba en serio? 
¡No me jodas! 
Que la vida era una broma 
de mal gusto, ya lo entiendo. 
  
Pide otra y vámonos. 

Ya me conozco la historia.







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