En quince días me quiso más
que en ocho años.
Un amor tan verdadero
que parecía de mentira.
Lástima que su memoria
volviera al mar con los peces
y no recuerde ya nada,
ni siquiera que me quiere.
Un “Ya es tarde”
nunca es demasiado tarde
pero un ”Nunca”
nunca será posible.
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