desde
hace décadas.
Que
todos los días sean el mismo.
Que
las semanas transcurran
como
una sola que se repite.
Hasta
que por casualidad
encuentras
en el bolsillo de una chaqueta
un
ticket del supermercado
de
hace dos años y medio.
Y
entonces te das cuenta
que
no paramos de cambiar.
Que
todo va demasiado deprisa.
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