martes, 22 de enero de 2013

La piedad peligrosa

Jugué a ceros y me quedé sin blanca.
La chica era una bromista
y me dejó una nota
en la habitación:
“Mejor muerto que pobre.”
Y otra frase retumbó en mi cabeza:
“La tierra nunca se va a mover para ti.”
Y arrugando el papel
me prometí mover el mundo
hasta volver a ella.
Mientras se instala a un lado de la mesa
percibo un pliegue nervioso
en la comisura de sus labios.
Acaba sentada frente a mí.
Lleva un vestido largo, color fucsia.
Ya han pasado unos años...
Me clava la mirada y ríe a carcajadas:
“¿Es efecto del vino
o es que estoy de buen humor?”
El director de la azucarera
la observa contrariado,
ella suelta su brazo
y me presenta en términos elogiosos
intentando burlarse de mí
para burlar el peligro.
Se acerca, se sienta a mi lado.
Resisto la tentación de rozar sus hombros.
Una vanidad casi infantil.
Los criados traen unos platos
para mí conocidos.
Caviar delicioso y helado,
faisán y sin cesar esos vinos
que aguzan voluptuosamente los sentidos.
“¡Aquí es donde quería llegar!” pienso.
Me sonríe tan cómplice...
- Bebe a mi salud antes de perder tu dinero
La agarro de la cintura...
- La tierra nunca se va a mover para mí
pero esta noche con tus caderas
haré que el mundo se dé la vuelta.

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