Tu mirada afilada,
el diamante por pulir que no se deja.
Tu corazón, una roca de lava.
Y a lo lejos,
la luna, de despedida,
ese mármol,
sarcófago aguardando en el cielo.
Y las estrellas,
todos nuestros sueños esparcidos,
explotados en castillos y palmeras.
Y tus labios,
el verso suelto de mi antología.
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