jueves, 14 de febrero de 2013

El eclipse

¿Y qué es lo que queda al final entonces?
No todo es drama,
no todo son malas palabras,
ni interminables discusiones.
No todo son puñetazos sobre la mesa
ni cabezazos contra la pared.
No todo son timbrazos a medianoche,
ni portazos, ni cristales rotos,
ni llamadas a la policía.
No todo son arañazos, saliva y empujones.


¿Y qué es lo que queda al final entonces?
Misteriosos y desconcertantes silencios,
lagunas temporales, niebla en el espacio-tiempo,
incomunicación, fragilidad, distancia,
urgencia, deseo, fugacidad.
Recuerdos fantasmagóricos,
vacíos inabarcables de preguntas jamás formuladas,
tan deseadas...
Esperanza malsana, desinterés y tedio.
Palabras en relieve renombradas para matar.


¿Y entonces, qué es lo que queda al final?
Un bidón de metal
lleno de agua.
No todo son trágicas despedidas,
ni reencuentros fallidos
ni venganzas tardías.
A veces, lo único que queda
es una astilla de madera
tocada por una mano ilusionada,
flotando sin rumbo,
fluyendo inexorablemente hacia la alcantarilla.

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