no he podido apartar la mirada.
Esta tarde, a cinco grados centígrados
todas eran tan guapas…
A lo largo de la calle de las tiendas caras
qué elegancia, con esos abrigos oscuros
tan seguras de sus pasos…
Rictus serios, el maquillaje medido…
Románticas cubistas
acercándose a la noche cerrada,
tan serias, tan decididas.
No veía más que mujeres de verdad
pasando por delante de mis problemas.
¿De verdad o de mentira?
¡Qué casualidad! ¡Todas tan atractivas!
Ninguna con bolsas, ninguna de compras.
Los archivos secretos de la Nouvelle Vague
desclasificados, desparramando belleza…
Y yo ahí, sin dar crédito, pensando:
“¿Todas al mismo tiempo?
La hora bruja de las raras avis.
La Santa Compaña del metacrilato
¿Cómo le llamaré a esto?
¿Maravillosas muertas en el paseo del champán?
¿La parada de las diosas?”
Ahora que ya apenas me fijaba…
Qué bonito enamorarse de mentira,
otra vez, aunque sea por un segundo