Un estanco en el Everest
y unas bonitas gafas para ver de
dentro.
Y te irás por la tangente. Como
siempre.
Hombre precavido vale poco
a tu lado.
Pero...
ya me puedes dar un beso que amenazo
con sacar mis apuntes de matemáticas
entre glaciares
y hallarte antes del desayuno.
Y si tenemos sed...
con tus ojos derretiremos nieve.
Y si te vas por la tangente de la
montaña
yo lanzaré mis apuntes por una grieta
y daré en tus coordenadas con mis
huesos
y en el punto decisivo del ángulo
correcto
te rescataré a tiempo.
Y alcanzaremos la cima juntos
hasta el último lazo de nuestra
cordada rota.
Y la noche nos caerá encima de forma
súbita.
Y la noche nos caerá encima de forma
súbita.